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Para Jorge y Juan Andrés,
por las tardes en el Denny´s…
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Ayer en el caralibro, mi viejo amigo Juan Andrés Mora me comentó que, junto con otro más viejo amigo, Jorge Múgica, han estado recordándome e imaginando cómo soy ahora.
Tengo que decir que a estos dos viejos rojos, tan viejos como yo, los conocí en las filas del Partido Comunista Mexicano. Bueno, yo estaba en las brigadas juveniles y ellos ya formaban parte de una célula. Ellos eran los responsables de organizarnos a los brigadistas: pintas; recolecta de fondos; repartir propaganda; hacer banderas; acudir a las manifestaciones; reuniones de estudio, etc. Y, entre una cosa y otra, un baile de solidaridad con Cuba, por ejemplo. Y un poco de ron, claro está.
En aquella época, yo era la chica del «morral y los huaraches». Entonces, lo revolucionario era tratar de vestirse como los indígenas. Te calzabas unas sandalias de suela de caucho y correas de cuero que te dejaban los pies heridos; una camiseta del Ché o de Mafalda y un bolso de lana, de los que se usaban en el campo para recoger semillas. El pelo largo por todo el cuerpo. Yo tenía, más o menos, quince años, cuando me dieron el carnet.
Mi padre, estalinista convencido e histórico militante del PCM, no soportaba a mis «camaradas» que eran justo todo lo contrario a él. Pero yo estaba en la edad rebelde y salir con ellos, era la mejor manera de reivindicar mi incipiente libertad.
Ya se sabe que del roce nace el cariño y yo me enamoré perdidamente de Jorge. Ramón S. de mí. ¿Juan Andrés, de quién? Jorge de otra. Frustrado mi platonismo, yo cedí a los besos de Hugo V… etc… Y así era la endogamia militante que vivíamos tan felices. Sobra decir que, lo único que no nos atrevíamos a hacer, bajo delito de traición, era buscar amores en otras filas…
Pero, crecí y encontré trabajo y amores en otros lares. A juicio de algunos, me convertí en una pequeño burguesa (¡Joder! El tiempo que no recordaba tal concepto). Abandoné la casa paterna y me fui a conquistar el mundo del agua caliente, los zapatos de tacón y los pequeños placeres que, luego fui descubriendo, casi todos los camaradas gozaban a discreción (sobre todo cuando nos encontrábamos en algún lugar y admiraban mis minifaldas).
El cine, la televisión, la música, la literatura han sido el hilo conductor en mi vida laboral. Amar y desamar, ha sido mi sino en lo personal.
Gracias al facebook, he vuelto a retomar el contacto con Jorge y Juan Andrés, que ahora viven en Chicago, una ciudad que me trae entrañables recuerdos. Nos leemos y saludamos de tarde en tarde. Nos queremos en el tiempo, aunque sea a miles de kilómetros. A los tres se nos llenan los dedos de nostalgia. Y sé que nos gustaría estar juntos, mirarnos a los ojos y bebernos mil tazas de café, tratando de ponernos de acuerdo para hacer la revolución, como hacíamos antes. Han caído muchas tormentas desde entonces…
Juan Andrés escribió en mi muro:
«… y en un ejercicio por demás ocioso… tratamos de imaginarnos a todo color… cómo eres… a ver si c…ooperas y nos ayudas!.. Que de lo contrario… nos vamos a ver en la penosa necesidad (que contrariedad, jejejejeje)… de reinventarte…»
Te respondo, camarada:
Mi biografía personal, como bien sabes, está llena de reinvenciones. Precisamente ahora, estoy comenzando la enésima. Así pues, queridos míos, lamento si los defraudo pero, poco o nada, ha cambiado su chica de la bandera…
Sí acaso, algunos años más…
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